ATRAPADA
“Si usted estuviera dentro podría llamar, para que yo,
que estoy fuera le abriera, y pudiera usted salir”.
I
Todos parecen tener hoy una cita con la liebre,
las sonrisas levantan su sombrero de copa
y los brazos pendulan razonables
cortando el aire en el pozo-bosque.
Los relojes marcan las seis,
un niño llora;
Alicia endulza con besos sus lágrimas de cocodrilo
y cubre las tiernas pezuñas con el ruedo del vestido;
el niño transformado en cerdito sale corriendo.
II
“¡…tengo tanto calor y tanta sed!
La reina, como está de buenas,
en vez de cortar cabezas obsequia relojes
que va tomando del pescuezo de un flamenco
rosado como los vestidos de las princesas
y los moños de las gatitas bien educadas.
Con real mano adereza con pimienta
las carátulas que hacen muecas
y blande su incisivo corazón de papel.
El flamenco tiene la lengua de fuera
pero es tarde y el tiempo de beber
no aparece por ningún lado;
es preciso regalarle un reloj.
III
“…yo no soy yo. ¿Comprende?”
Alicia se mira en el espejo,
ha sido víctima de la metamorfosis
endocrinometabólica ocasionada
por intoxicación con pastelillos:
Alicia tiene dos cabezas y cuatro ojos,
una lo observa todo,
de soslayo
como un caracol aburrido;
la otra golpea, desde adentro, una redonda carátula de cristal:
dos manecillas parten por la mitad una noche permanente;
falso refugio de doce falsas estrellas y una lucecilla de emergencia
que nadie puede ver.
El mundo es un gigante ciego con cara de reloj.
LETRAS EN REBELDÍA No. 7
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