Reneé Acosta


Viñedo es el hombre

Instantáneo, mítico y raquídeo.

Incestuoso de ladrar se alza

colmado, cegado lo impúdico

hasta la delicia del vino

que lo hizo pan,

listo al polvo y siempre volátil.

¡cegador de astros! acallador de la licencia

con que viene, recién nacido,

a los tropeles de lo urbano,

del centelleo mineral,

veloz, umbilical y pecador nonato.

Sucio como el camino

con ferviente ansía de atragantarse música,

alimentarse de aire.

Agua

agua

agua

celestial de la que nace,

para perderse en la muchedumbre

sin conmiseración del

homini lupus homo

Original del hombre: Míranos, tiéntanos, huélenos.

Ten piedad del racimo, tú sabes,

de lo posible en lo imposible

de lo proposicional y sustancial ,del yo, que aguarda

el momento de volver al polvo y sentirse vino

con el puño fidedigno que le dan

los trescientos mil espermas sacrificados

para darse luz, un día,

que tú y no él,

buscó desde el inicio.

Viñedo es el hombre.

Acúdenos tú, señor del infinito


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