Marco Fonz de Tanya

Pensamientos irrisorios para un sentido inexistente
para Carlos Edmundo de Ory
 
La gente se mueve como maullido de gato 
de la A al colmillo y del colmillo al delgado 
hilo de plata que sostiene los ombligos 
y que las Moiras se encargarán de cortar. 
Hay de estas nalgas con estrabismo  
hay un canto de labio leporino 
sin haber antes dado a luz un dado o un azar o un
destino en forma de nuez 
cabezas cabezas cabezas al fondo del alma 
con temblor de piedra lanzada por los oídos 
abro una lata en un país en donde la estética 
se dedica a cortar cabellos de hombres y de mujer 
las universidades se hacen pasarelas de moda 
los artistas son decoradores de interiores 
los genios cargan computadoras y los demás no existen.
 
Los superartistas trabajan en la televisión 
y los pintores muertos se convierten en marcas 
de todos los productos imaginables e imaginados e
inexistentes 
pero con altas ventas para turistas despistados o
inocentes. 
Los opacos escritores firman nubes 
en grandes editoriales candentes por huesos de muertos
y baba de estúpidos. 
Simple miro a la ventana como un poco del producto de
la lata 
y tengo un ladrido en el estómago 
nada se termina aquí vivo por lo pronto 
antes de que la ley y la luz se den cuenta 
de que existe un punto oscuro en su felicidad de
esclavos 
de trabajadores cero de país de derrotas.
Aquí se hipoteca la muerte me dijo un mulato. 
Entonces por si esas moscas verdes de cementerio
platico
con Carlos Edmundo de Ory 
que platica con Baudelaire 
y a los dos los veo nuevos y jóvenes y lustrosos
luminosos
luciendo sus brillantes cabellos sobre sus palabras 
les leo el poema de Tanya de Fonz “Autobiografía
sentimental de mí como mujer” 
y los tres con lágrimas en los lentes 
y acomodados nuestros huevos rasurados como moños. 
Levantamos nuestras copas y comenzamos una ronda de
preguntas sin respuesta: 
en qué país vivo en qué sociedad vivimos en qué nos
hemos convertido será que dejamos de ser el animal que
somos hay alguien que nos salve de todo esto por qué
golpeamos todo el tiempo golpeamos dónde estamos dónde
están los poetas será que algún día dejen sus
acomodados huesos será que hay salvación donde estamos
hay que salvarse? Un aullido al fondo del corredor 
nos hace cerrar los ojos 
un personaje surge del fondo 
verde fantasma marino con su cementerio 
soy un hombre busco un juicio 
dice el espectro 
soy un hombre busco el júbilo 
dice el espectro 
sale por la puerta 
dejo a mis amigos 
y sigo el alma en pena se detiene mira al cielo 
miro con él su señal de bienvenida 
la gente se mueve como aleta de tiburón 
es Dylan el auténtico borracho 
señala con lo que queda de dedo 
nos hemos despegado tanto 
sólo quiero ser un hombre común 
trabajador honrado productivo con señales y número en
mi frente. 
Mi poesía por un trabajo. 
Hay un barquito de guerra de paz para quien no sabe
leer entre líneas. 
Para estar en paz es que destrozaron todos esos
cuerpos 
y así con esa paz se golpean esas carnes frías. 
Para estar en paz para que mi hocico de hijo de hiena
esté en paz
Para que mi hocico hijo de chacal pueda comer esa cosa
rica de una lata 
para eso es que se matan para estar en paz. 
Para eso son esas filas de trabajadores 
filas interminables como legiones del cielo 
como legiones del infierno 
para eso es la masa interminable con esas largas caras
de sufrimiento alegre 
para eso son esas bombas. 
Mételo 
en tu cabeza cabeza cabeza 
para eso naciste tú para esa bala en particular 
no odies no odies 
por favor quítame esa visión de la cara 
quítame esa visión 
esa visión 
que ya no quiero.
 
Barcelona 2004  
 
Suicidio colectivo en un vagón del subterráneo

Vuelves a creer del mundo la bondad
Cuando la muerte le sonríe al suicida.
 
Soy un inocente pasajero
que maldice la muerte
que me hace llegar tarde.
 
Voy en medio de cien cuerpos
mi cuerpo ya no es el mío
y digo —pobre hombre.
Pobre muerto ¡pobre señor!
¿pobre señor?
 
 “No sé si sufro más por mí que muero
o por ustedes que se quedan aquí”
 
Y digo: —Pobre de mí con mi felicidad de cajita.
Y digo: —Estoy enamorado pero ella no sabe dónde.
Yo sólo tengo lagañas de perro en los ojos y veo
fantasmas.
 
Viajo junto a otros cien cuerpos.
Pero sigo pensando sin cuerpo.
 
Soy universo de sal.
Que le da por desobedecer a 
La ley de universos.
 
Ella estaba viva hace un minuto.
Yo estoy vivo otros cuantos minutos más.
¿Alguien cuenta los minutos?
 
Otro ritmo otra rueda otro ritmo otra rueda.
 
Alguien minutos adelante
Ha hecho de la luz un cuerpo irreconocible.
 
Pienso luego me asfixian.
Viajo en el centro de cien cuerpos.
Siento lo que llamo mi “No cuerpo”.
Algo insiste en mi cabeza y me dice: —No es tu cuerpo.
 
¿Seré otra cosa entonces?
 
Me pienso palabra.
Me materializo palabra.
Me espiritualizo palabra.
Dolor palabra existo.
Soy esto letra a letra
muté mi cuerpo en alegría.
No vivo me inmortalizo.
Soy una palabra viajera entre cien cuerpos.
Soy una palabra que se retira.
 
Entre cuerpos tras cuerpos de cuerpos más cuerpos
delante de otros cuerpos.
 
Soy una palabra que debería de retirarse.
Pero no puedo salir y no salgo porque 
alguien adivinó mi cuerpo.
 
Algo pasó con el suicida.
El vagón no se movía
las estaciones sí...
los cuerpos no se movían
los deseos sí... 
 
Momento de olvidar el nombre.
Alguien tuvo alguna vez el nombre.
Pero el significado llega con el olvido.
 
Yo cambiaré el mundo
cuando mi nombre pierda su significado.
 
Voy en medio de cientos de cuerpos
alguien me reconoce.
Pero lo que reconoce 
Es la ausencia.
Y gira su cabeza insultada entre cientos de cabezas
insultadas.
(Una, la mía, piensa: —Soy de esos olvidos de ánima en
pena.)
 
 
Alguien frente a mí                     Alguien frente
a mí
También escribe                        También está
escribiendo
 
¿Será un cuerpo                          ¿Pensará que
es
que se piensa?                              un cuerpo?
 
¿Habrá descubierto                     ¿Es palabra
que fui palabra?                            porque se
pronuncia?
 
¿Alguien reflejado                        ¿Puede mi
reflejo
puedo Ser yo?                                Ser yo?
 
 
Los dos entre cientos de cuerpos
¿Nos perdemos de vista?
 
El calor y el sueño maestros de espejismos.
 
Yo me traje aquí
no vine porque me dijeran nada
no tengo la fortuna de escuchar 
no vine a buscar a nadie 
hoy no quiero ser amable conmigo.
(con el suicida morimos todos)
 
Celebro la alegría bruta.
La fatalidad encantada.
El muerto muerto 
que no es el mío.
 
 
Ciudad de México 2005


 
 

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