Jesús Baldovinos Romero

Entre tragos y deseos…

Para Noctis, David y Daniel

Buscaron dónde beber el último trago. Habían recorrido durante el fin de semana, las diversas propuestas antriles y pócimas espantatristezas, aunque en realidad festejaban que sus respectivas mujeres se habían ido con todo e hijos a ver a sus madres. Decidieron que el último rincón sería la casa de Rubén. Como nadie lavaba trastes pero si los ensuciaba, el mismo Rubén sacó de los rincones dos viejos polvosos, uno para Carlos y otro para Jorge, para él quedaba un cacharrillo abollado o vaciar el depósito de ceniza de su suegro; agarrándose como pudo para no caer, tuvo que sacar desde el fondo el cacharrillo.

Ah cabrón, casi exclaman al unísono, de no ser por sus diferentes matices de voz de borracho. Y no era para menos, en medio de la salita, un genio hizo acto de presencia una vez que limpió el recipiente con la manga del saco.

-Újule compadrito, esperaba ver elefantes rosas, pero no a este monigote…

-A lo mejor es un genio…

-¿Cuál Ungenio?

-Ya compadre, déjese de jaladencias… y mire, parece que este no habla… mejor pida su deseo, pero recuerde, son sólo tres

-Pero nosotros somos tres, así que nos toca un solo deseo –terció uno de ellos…

-Ta bien, yo pido amor, ya ve que aquella dice que…

-Ya compadre, no se trata de Casos de la vida real… yo pido dinero, que mis inversiones se muevan…

-Pues yo pido que se me quite esta enfermedad que ya me trae de un ala, digo, salud…

-Salud compadrito, dijeron los otros dos a coro, y el genio desapareció.

-Ya ni la amuelan, lo espantaron…

-Compadre, ¿qué tiene? Lo veo medio transparente tirándole a verde…

-No la amueles, se nos va a petatear…

Un paro cardiaco por una ingesta inmoderada de alcohol sería el diagnóstico forense. Junto con el dictamen Rubén recibió una llamada de su secretaria:

-Rubén, no te va a gustar nada, prende la tele…

En efecto, la noticia no fue nada agradable. El hombre de confianza, el que manejaba las inversiones de su empresa, se había suicidado. El motivo tenía que ver con una inversión en ciertos negocios chinos.

-Me carga la chingada, dijo en voz alta, tanto que el personal de salud, pacientes y familiares lo voltearon a ver…

Luego de un rato, Rubén sintió la mirada de su compadre…

-¿Qué, qué me ve? ¿Nunca ha visto a un hombre jodido?

-No pues si compadre… no se enoje… no se agüite, todo va a salir muy bien… cuente conmigo para lo que sea, ¿oyó?, para lo que sea…

Y cerró sus ojitos de una manera tan coqueta que a Rubén se le erizó la piel y recordó que uno de los tres deseos había sido Amor.


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