Rocío Cerón

Poesía e interdisciplina


A.

Yo es otro, decía Rimbaud. Ese Otro que se ejerce desde la poesía en el momento en que el poeta genera una experiencia de identidad al hacer su otredad. Ese que no soy yo permite conocerme para crear un yo, se diría. Si la poesía es el desbordamiento espontáneo de poderosos sentimientos, según William Wordsworth, esa secreción verbal llamada poesía que se gesta a través del lenguaje ¿debe tener como último fin la página? ¿Ese desbordamiento de emociones, inteligencia, sonoridad, debe remitirse sólo al libro? ¿Dónde encuentra frontera la palabra? ¿En la autocensura del poeta? Me refiero a la censura del propio autor cuando se le abre la posibilidad de experimentación con otras artes. A partir de la modernidad, la poesía comenzó a desenvolverse en relación, y en conjunción, con otras disciplinas artísticas. Lo que le abrió a la poesía una distinta relación con sus escuchas o lectores. Una palabra, un poema que se entreteje en un hilado multisignificante donde los ropajes con los que es cubierto, desnudado, revestido, es un cuerpo, el cuerpo de los lenguajes unidos en una obra que va más allá del propio poema en sí mismo. Y, sin embargo, el nódulo está constituido por la palabra. Dentro del verso, hay desnudez, hay una red simbólica que se rebela y resiste. Ese es el profundo poder de la palabra, su presencia ineludible.

B.

Cuando pensamos en lectores de poesía nos remitimos a la idea de su escasez. Falso razonamiento. Si bien es verdad que las estadísticas de venta de libros de poesía en México son bajas y la afluencia de público en las lecturas es igualmente escasa, creo firmemente en que hay, sí, lectores de poesía y otros tantos potenciales escuchas o lectores. La falta de lectores de poesía no es sólo una cuestión de política educativa. A través de los años me he preguntado cuál o cuáles son las razones de ello. Una cuestión fundamental es cómo nos acercamos los poetas a esos posibles lectores o escuchas de poesía.

A finales del 2002, Carla Faesler y yo fundamos un colectivo llamado MotínPoeta, cuya principal característica fue y es la de generar proyectos que tengan como punto de partida y detonante a la poesía en relación con otras artes para tratar de crear distintas vías de experimentación entre la poesía y otras disciplinas. Lo que buscamos son oportunidades de experimentación. Experimentación de la palabra con otras artes. Ejercicios para traspasar la frontera del poema en la página para llevarlo a otros accesos. Poemas redimensionados desde el diálogo que encarnan con otros lenguajes como la música o las artes visuales.

La interdisciplina es una forma de experimentación del universo, en la cual las fronteras de los medios son desestructuradas y reconstruidas a partir del encuentro o el choque de los discursos. Es la creación de un paisaje complejo en donde a partir de la interacción de los distintos lenguajes creativos se genera una red de relaciones dinámicas en la cual se crea un objeto de arte en donde todas sus partes son fundamentales y necesarias. Entidad que no es perdida de discursos sino discurso integrador. La materialidad y los bordes del poema se amplían y se abren los significados de la poesía. Ampliación de visiones en la que se dejan de lado los elementos puristas para alimentar el discurso creador colectivo.

Así lo intentamos realizar en el primer ejercicio de MotínPoeta con el CD “Urbe Probeta”, presentado en 2004, un proyecto que reunió la música electrónica con la poesía. Catorce poetas y doce músicos en donde el factor unificador fue la ciudad de México. Cada poeta entregó un poema sobre una experiencia urbana y cada músico seleccionó su poema. El resultado fue un compilado de tesituras, música y voz en un experimental encuentro entre música, poesía y metrópolis. Y aunque sabemos que la relación entre música y poesía no es novedosa, quizá lo que resultó de interés fue escuchar cómo participaban el lounge, el downtempo o el minimalismo de la electrónica con la poesía mexicana contemporánea. La entrega de la poesía a partir de este CD tuvo como resultado una respuesta de más de 1000 personas en la presentación en el Museo Rufino Tamayo así como un interés del público –no necesariamente especializado o lector de poesía– por este tipo de delivery poético. Aunque algunas críticas lo afirmaron, la poesía en este tipo de ejercicios interdisciplinarios no se “ensucia” o “frivoliza” sino que integra una propuesta que rompe territorios para crear una nueva zona de encuentro.

C.

Ahora bien, la interdisciplina no es algo nuevo, (como concepto sí) ya en la antigüedad hay un ejemplo de la concepción plástica de la poesía: los muros de la Alhambra podrían ser los antecesores del ejercicio de la poesía visual contemporánea. En ellos coexisten la integración del poema caligráfico, su disposición en el plano y la escultura dentro del espacio arquitectónico. Podríamos remontarnos hasta los griegos y los romanos para observar que siempre ha habido una parte lúdica y en diálogo de la poesía con otras artes.

Desde el caligrama moderno de Apollinaire (que provienen de los “carmina figurata”), el dadaísmo, el cubismo y otros tantos “ismos” han supuesto, en el siglo XX, un esfuerzo abierto por romper las fronteras entre los géneros y las artes para ir hacia lugares de confluencia. Se podría decir que si el absoluto es una de las búsquedas fundamentales del arte no es sino por medio de lo relativo que se llega a él. Y esas relatividades, en función de la interdisciplina, no son más que los lenguajes artísticos que se unifican-complementan-redimensionan-resignifican en la obra final donde se han conjugado.

Si ya las vanguardias latinoamericanas habían abierto el espectro de la poesía experimental abriendo las fronteras de la poesía (piénsese en la poesía concreta brasileña establecida en 1956, en las Constelaciones del poeta suizo boliviano Eugen Gomringer o el Concretismo Noigandres de Haroldo y Augusto de Campos) desde la década de los 60 del siglo XX en nuestro país la experimentación se ha venido dando en campos como la poesía visual, la poesía sonora, los poemas objetuales en diversos ejercicios de experimentación. Uno de los grandes promotores de la interdisciplina en nuestro país, Mathias Goeritz (quien ideó el museo experimental de El Eco en 1953) creó algunos juegos sonoros con sus poemas concretos como el escrito en 1965: “¡oh! hipo pota mo mío. Mi h ipop o t a m o, ¡oh! t´amo”. Y también jugó con la poesía visual como lo hizo al colocar el poema “Pocos cocodrilos locos” en los muros de un restaurante Vip´s en la calle de Niza en la Zona Rosa, en donde experimentó con los tamaños de las letras, las mayúsculas, minúsculas y hasta faltas de ortografía en el texto. Desgraciadamente este poema visual en el muro vio su fin al derrumbarse el edificio en el sismo del 85. Otro emblemático artista-escritor fue Ulises Carrión quien realizó las piezas sonoras The Poets Tongue en 1977 en donde hay una profunda búsqueda por el lenguaje y su sonoridad. Y en sus Textos y poemas, publicados en parte en Plural, (des)construcciones poéticas las llamó Paz, en donde tomó una de las estrofas de las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique, para ir realizando una desaparición verbal y creando una aparición de signos que cargaron al poema de un nuevo sentido.

Dentro de la experimentación de la poesía visual podríamos recordar los poemas de Alfonso D´Aquino en su libro Tanagra que conjugan concepto y visualidad en sus poemas sobre la lluvia (y que me recuerdan los juegos espaciales del poeta argentino Leónidas Lamborghini en su libro carroña última forma) o las experimentaciones que se han hecho en el marco de las artes visuales y la poesía, las más numerosas en nuestro país, cuyo ejemplo son las colaboraciones de Vicente Rojo con Octavio Paz, Arnaldo Coen y Francisco Hernández, Francisco Toledo y Elisa Ramírez, entre otros muchos creadores que han encontrado en el libro objeto o el libro a dos manos, igual que en las carpetas de grabados y poemas, un territorio de creación.

Sin embargo, la interdisciplina que nos interesa, en MotínPoeta, es otra. Creemos en el verdadero espíritu de la interdisciplina, en el cual se funden lenguajes distintos para crear un tercer objeto, un nuevo vehículo de arte, creación y comunicabilidad.

Por otra parte, la poesía sonora, ese ejercicio de experimentación fonoverbal, ha tenido poca presencia en México. Es hasta la década de los 80 cuando realmente la interdisciplina comienza a dar frutos, aunque cabe resaltar que ha habido más arte sonoro que poesía sonora o experimental. Algunos creadores mexicanos que han trabajado con la poesía y la música son Carmen Leñero quien ha grabado distintos discos con poemas suyos o de otros autores como Fabio Morábito. Caben destacar las piezas que hicieron el grupo Música de Cámara (Juan José Díaz Infante, Ángel Cosmos, Arturo Márquez) y algunas acciones performáticas realizadas, ya en los noventa, dentro del marco de los Festivales de Performance realizados en X´Teresa, como las de Armando Sarignana (director también de un espacio interdisciplinario interesantísimo en los noventa: Caja Dos), Guillermo Gómez Peña con sus performances poéticos en spanglish donde conjuntaba la poesía, la acción y la visualidad, Katia Tirado y un ejercicio de performance-poesía sonora realizado por mí: “Parto de voz: Una experiencia de voz en reverso”. Algunos compositores que han trabajado con voz y literatura son también Antonio Fernández Ros, Alejandra Hernández y Manuel Rocha.

Cabe aclarar que son pocos los poetas que se han acercado y experimentado con la poesía sonora, este ejercicio ha sido más una búsqueda de creadores de otras disciplinas ajenas a la poesía. Y aún hasta nuestros días hay una gran apatía y desconfianza por parte de muchos de los poetas por entablar diálogo con otras artes o soportes. ¿Es entonces la censura el gran mal de nuestro tiempo para crear este tipo de experimentaciones? Me temo que sí.

D.

El mundo contemporáneo es el mundo de las paradojas. Por un lado la especialización es idealizada por las economías capitalistas que prefieren el control total con la excusa de la perfección de los oficios que no es otra cosa que hacer de la especialización una vía para un mayor ingreso monetario. Es la idolatría al ego, a la personalidad. Por otro lado, la fragmentariedad del mundo en el que vivimos empuja a la lectura de los intersticios, de los márgenes. La pedacería de los discursos para crear una lectura de un mundo despedazado. Lo relativo para llegar al absoluto. Y es aquí, creo yo, donde se gesta la interdisciplina: en la crisis, en la decadencia de los discursos imperantes.

La interdisciplina permite un delivery de la poesía donde cada fragmento reunificado —es decir cada lenguaje— permite al escucha-lector-espectador recorridos aleatorios con correspondencias y vías de circulación, ventilación y conexiones —insisto— dinámicas. Es una forma de transgresión-resistencia de lo institucionalizado. Al romper las fronteras de la palabra (de la página, del libro como últimos reductos de la poesía o como medio final) el poeta no demerita su obra. En gran medida se vuelve una entidad que interviene e interfiere en el espacio social desde otro punto que no es sólo la página. La poesía, entonces, se abre al establecimiento de vínculos múltiples y variables, abre una puerta más para entregarse a su posible lector anónimo. Si “el único sistema favorable al arte es la revolución permanente”, según Dubuffet, la expansión de diálogo entre la poesía y las artes podría producir una auténtica revolución discursiva dentro de la escena creativa contemporánea.

MotínPoeta sigue apostando por estas ideas, en 2006 verá la luz un nuevo proyecto generado por el colectivo: un CD que implica el trabajo interdisciplinario de 10 poetas de distintas generaciones y 10 compositores de música contemporánea y de arte sonoro. Una obra que surge a partir de la idea de “crear-recrear” una suerte de currículum vitae de un individuo. Desde la conciencia de estar vivo (con un poema de Myriam Moscona), el descubrimiento de la palabra, la infancia, el deseo sexual, el suicidio, hasta la decadencia escatológica (con un poema de Gerardo Deníz).

E.

La poesía no dejará de ser siempre palabra. No lo olvido ni intentaría que se olvide esto. Sin embargo, creo firmemente que sus formas de entrega, sus múltiples deliverys (con la acepción que esta palabra significa en inglés) pueden tener otras formas, otras estructuras que permitan el acercamiento o el ingreso de los “no iniciados” a la poesía. Como creadores somos igualmente responsables de generar vías o lazos de integración con el posible lector de poesía, más allá del lazo natural del poema en sí mismo con el lector. En el marco de los días que corren, los poetas contemporáneos no podemos dejar de lado el movimiento del mundo. Hay que desprenderse de los prejuicios para entender que el diálogo con otras disciplinas puede ser una vía de acercamiento de mayor flexibilidad con los lectores o escuchas. El poema, en la interdisciplina, no se reduce o se vuelve amenidad, abre sus fronteras de significado, explora un nuevo cuerpo en cuyo eje la palabra potencializa al objeto último. El cuerpo de los lenguajes unidos es un ente vital donde los territorios se vuelven movedizos, donde hay creación de nuevos habitares. La poesía, entonces, no pierde, se vuelve multisignificante, detona una diversidad de vectores y potencias, donde su propia presencia ineludible es una refrescante aproximación hacia el Otro.


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