Reflejos del fuego sobre el agua helada
Y aquí me tienes bajo la negrura del eclipse
Nadie como Tú para anegarme
Llevo el manto del basilisco colgado en la espalda
la voz del águila inundando la semilla
Déjame hacer nido en la roca de tu vientre
inundarte con el poder de mis agujas
Cuando entres
no dejaré que salgas del remolino que me habita
violento laberinto de miradas
Cada dos días seré látigo y voz que te domine
cada tres iremos a repartir el pan
la costilla y el lodo
Él y el escondite de los truenos
Ella y la voz cautiva del lenguaje
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